lunes, 2 de noviembre de 2015

Aprendizaje por observación


Albert Bandura es, probablemente, el psicólogo vivo más influyente, más citado y en general, más reconocido en el mundo actual. Sus investigaciones sobre el aprendizaje social, la teoría social, el aprendizaje vicario o el aprendizaje por modelado son historia de la Psicología.

Efectivamente, sin su figura es difícil comprender cómo el movimiento conductista fue evolucionando hacia el cognitivismo. De hecho, a menudo se le considera el padre del movimiento cognitivista. La explicación es muy simple:

En sus primeros años en Standford, donde todavía colabora a día de hoy con 90 años, estudió sobre todo la agresión en adolescentes. Él, como el resto de conductistas clásicos, pensaban que el ambiente de la persona condicionaba su carácter. Nada interno, "subjetivo", podía condicionarlo. Pero Bandura se terminó desmarcando de esta opinión y abrazó la idea de un Determinismo Recíproco: el ambiente crea el comportamiento, sí, pero también el comportamiento crea el ambiente... lo cual está a un paso del cognitivismo. Y con esto es fácil estar de acuerdo incluso aplicando la Psicología -no científica- del sentido común. Al menos es así si te dedicas al mundo educativo en cualquiera de sus modalidades, pero quizá sea más fácil verlo y/o deducirlo con niños y adolescentes.

Conocer a Albert Bandura no es que sea obligatorio... pero casi. Como decía, ha sentado bases tan importantes y sus aportaciones son tan numerosas y valiosas que parece francamente impensable que alguien que se dedica a la enseñanza no las conozca. Aunque valorando todo en su justa medida, igual es preferible no conocer sus trabajos que conocerlos y no estar de acuerdo. Da igual que sea uno de los científicos más importantes: "yo pienso que no tiene razón y ya está". Porque no hay nada más atrevido que la ignorancia. 

A veces, la Psicología del sentido común nos da pistas sobre lo que la Psicología científica nos puede explicar. Pero esta Psicología del sentido común es también la de la experiencia, en este caso experiencia no contrastada científicamente, es decir, carente de ninguna validez o fiabilidad. Así pues, la experiencia puede ser "buena" o "mala". Yo soy de los que piensan que la experiencia está sobrevalorada. Al menos lo puede estar. Pongo un ejemplo ilustrativo: un entrenador, o cualquier docente, con 20 años a sus espaldas, repitiendo cada año los mismos errores... para mí es mucho menos deseable que otro con un año de experiencia, pero abierto a la evolución que lleva la corrección de los propios fallos o simplemente, y más difícil aún, al perfeccionamiento de aquello que funciona, pero que puede funcionar todavía mejor.  

La experiencia personal te puede sugerir que algo está bien o que está mal. Te puede poner en la pista sobre el camino a seguir... o si vas o no por el camino correcto. Para los más reflexivos, quizás estudiar una teoría que contradice tu experiencia te lleve a analizar, por supuesto objetivamente, todas las variables que podrían dar lugar a que esa teoría no se cumpliese en tu caso... para así realmente evaluar si tu experiencia es una excepción o si la teoría está equivocada. De esto precisamente trata el método científico: la posibilidad de poder replicar experimentos.

Así que, efectivamente, el background de cada persona es fundamental, pero me atrevería a decir que más aún si te dedicas a enseñar, a entrenar o, en general, a transmitir algo. Porque no vaya a ser que termines defendiendo lo indefendible y sumes bien poco al conocimiento contrastado científicamente.  En el "mejor" de los casos, quien te escuche creerá que llevas razón y no pasará nada. En el "peor", quizás quedes en evidencia, pierdas credibilidad y, con ello, la confianza. Y ya se sabe lo que se dice de la confianza: que es mucho más fácil conservarla... que recuperarla.

"La experiencia aumenta nuestra sabiduría, mas no reduce nuestras locuras"
 (George Bernard Shaw)




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